Decía el genial
cantante Loquillo en su tema “Mis problemas con las mujeres” una
frase que siempre me ha parecido de gran sabiduría al hablar sobre
chicas: Con dieciocho son capaces de llegar al final // Ya pasados
los treinta han aprendido a esperar. Y es que no se trata de
esperar sin más, sino de saber medir los tiempos y aprender a crear
ciertos ritmos para aumentar la satisfacción.
Este control y
también autocontrol solo lo dan dos maestros de primera como son el
tiempo y la experiencia. Y ambos deben de ir de la mano. Una persona
muy joven, aunque tenga mucha experiencia, no ha tenido tiempo para
asimilarla y aprender de ella. Está demasiado ocupada viviendo
intensamente.
Pero según se
cumplen años, se aprende a no vaciar la copa de vino de un solo
trago, más bien a saborearla y paladearla porque así es como se
aprecian todos y cada uno de los matices de la bebida. Exactamente lo
mismo ocurre con el sexo.
Las prisas y las
ganas de acabar pronto son propias de la juventud impulsiva que busca
el placer inmediato, pero en la madurez ya se sabe que a veces, lo
mejor no es el clímax sino el camino que recorres hasta llegar al
mismo. Y que incluso la intensidad de un orgasmo es mucho mejor si no
se han tomado atajos para conquistarlo.
Por eso, cada vez
más hombres aprecian las ventajas de una mujer madura. Miden mejor
los tiempos pero también tienen un mayor número de recursos. Ya
saben que para disfrutar hay que dejar a un lado tabúes y complejos
y no tiene reparos en decir qué les gusta de verdad y ofrecerse a
cumplir algunas fantasías que ellos pensaban inconfesables y que
quizás ellas adivinen sin demasiada dificultad.
Así se entiende
que cada vez sea más popular el servicio de videochat
maduras que ofrecen las páginas especializadas en
este tipo de contactos eróticos. Si al principio las jovencitas
copaban este tipo de páginas ahora es posible encontrar un gran
número de mujeres de cierta edad, que saben cuidarse y que conocen
bastante bien los entresijos de una conversación altamente morbosa y
de los juegos eróticos a distancia.
Quizás sea
porque muchas de estas mujeres maduras sean las mismas jovencitas que
allá por los noventa hicieron sus primeros pinitos inaugurando este
tipo de servicios en una recién nacida Internet.
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